Por: Andrés de la Trinidad.

No es sencillo hallar, dentro de la extensa literatura cristiana contemporánea, libros que traten de una manera tan sorprendentemente abierta, el sencillo -pero escurridizo asunto- del despertar de la consciencia, descrito como esa chispa que se enciende en mente y alma y nos permite caer en la cuenta de que, como seres humanos, o como criaturas, no estamos solos, sino co-existiendo, envueltos, abrazados, en una plenitud que es la esencia de nuestro ser, nuestra propia intimidad.

En este libro, capítulo tras capítulo, Marcelino Iragui, carmelita descalzo, va desgranando las claves esenciales de la historia que cada cual tenemos dentro, llena de luces y sombras, de verdades y de engaños sutiles, cuyo gran protagonista es esa fantasmagoría creada por la mente y que denominamos ego.

Comenzando por su propia experiencia, describe ese despertar, advirtiéndonos del peligro de construir un “Dios creado por la mente humana con nosotros contra los otros”, el gran mal de las religiones en todas las épocas, denunciando de este y otros modos el uso y abuso del nombre de Dios y formulándose esta pregunta: “¿dónde tiene Cristo más discípulos, en la Iglesia o fuera de sus fronteras visibles?¿y dónde hay más místicos, entre los cristianos o en otras confesiones?”

Y es que, con su vida y con sus obras, su mensaje siempre ha sido el de que todo místico ha proclamado, en el contexto y lugar de la historia que le ha correspondido: “Haz silencio prolongado y trata de ir más allá de la mente, a lo profundo de tu ser y Ora al Padre de la gloria te conceda espíritu de sabiduría e ilumine los ojos de tu corazón (Ef-1 15-19)”

Poniendo constantemente el acento en los peligros del ego, llega a afirmar que “en estos últimos tiempos son alarmantes los estragos causados por el ego humano. Se abusa sin consciencia de los recursos del planeta, se están creando desigualdades insostenibles entre los habitantes…” y termina afirmando que “… y el Padre Dios, en su infinita misericordia, viene a nuestro rescate con un nuevo Pentecostés: el despertar generalizado de la consciencia interna, hasta que aparezca una nueva consciencia colectiva”. De esta manera tan rotunda anuncia estos nuevos tiempos del despertar del espíritu, llegando a afirmar que “el despertar de la consciencia es una de esas luces, un atajo que el Espíritu Santo, en nuestros días,  os ofrece para salir del dominio de la mente y entrar en lo profundo de Dios”.

Durante capítulos, con una sutilidad profunda y un detalle exquisito, va describiendo las múltiples trampas del ego, aquellas en los que todos nos podemos ver reflejados, describiendo al ego como “el actor más popular”, indicando que “debeos ir más allá del estrecho sentido de identidad fabricado por nuestra mente y condicionado por nuestro pasado, salir de nuestro falso yo y entrar en la consciencia de nuestro yo auténtico, creado por Dios a su imagen, y poner allí nuestra tienda”.

Señalando los apegos y mencionando a San Juan de la Cruz, describe la importancia de desasirse, tanto de los bienes del suelo: riquezas, cargos, belleza, talento, entre otros tantos, como de los del cielo: prácticas esquemas teológicos, apego a la propia verdad, etc.

A través de detalles y exhortaciones constantes, cada frase y cada capítulo nos recuerda con insistencia la importancia de permanecer en la presencia de Dios dentro del presente a través de nuestra propia consciencia, de nuestro sentido de ser. En resumen, este libro se ofrece como un hermoso tratado de antropología y psicología humana a la vez que un manual de oración muy adecuado para estos tiempos en los que la dispersión mental y el capricho de vivir de cualquier forma y vertidos al exterior necesitan de una brújula que nos devuelva a nuestro interior, bajo este nuevo soplo del Espíritu que nos llama constantemente a vivir en la plenitud de la Trinidad.

Un nuevo amanecer. El despertar de la consciencia, monte Carmelo

Fray Marcelino Iragui Redín, OCD, fue un religioso carmelita nacido en Navaz, un pequeño pueblo del valle de Juslapeña en Navarra, España. Se formó como carmelita en el preparatorio de Villafranca, el noviciado de Larrea, y posteriormente en Vitoria y Bilbao. Fue ordenado sacerdote en 1951 en el seminario de Alwaye, en la India, donde desarrolló gran parte de su labor misionera y pastoral.

Fray Marcelino es conocido por su trabajo en la India, especialmente en el estado de Kerala, donde fundó el Movimiento Carismático católico y estableció centros de retiro carismático. Fue un formador destacado de sacerdotes y jóvenes, y participó activamente en la visita del Papa Pablo VI a la India.

Su labor dejó una huella significativa en la comunidad cristiana de Kerala, y es recordado por su carácter alegre, sus dotes como predicador y su integración en la cultura local.

Además de su labor pastoral, Fray Marcelino escribió al menos 17 libros sobre temas religiosos y espirituales, reflejando su profunda fe y conocimiento teológico. Falleció el 1 de febrero de 2023 en Vitoria-Gasteiz, a los 95 años de edad, dejando un legado perdurable tanto en su tierra natal como en la comunidad cristiana de la India.