Fuente: https://delaruecaalapluma.com/

Y para celebrar su admirable número de publicaciones, nos deleitan con otra de sus joyas sobre Santa Teresa, en un día tan memorable como hoy: Santísima Trinidad.

¡Enhorabuena y gracias por tantas publicaciones que a todos nos inspiran!

Aquí puedes leer, íntegro, el post número 4000.

Celebramos hoy la Santísima Trinidad compartiendo con los lectores del blog una joya artística poco conocida que recoge uno de los momentos más sublimes de la experiencia mística de santa Teresa de Jesús: su visión intelectual de las Tres Personas divinas. Se trata de una pintura de pequeño formato, realizada sobre cobre. Es obra de un pincel femenino, que busca captar lo que otra mujer, Teresa, vivió en esa experiencia mística. La autora es sor Joana Baptista, religiosa portuguesa. Su obra se data en el primer cuarto del siglo XVII.

Este óleo —intitulado “Santa Teresa y su visión de la Sagrada Trinidad”— representa a la Santa en actitud de oración, arrodillada sobre un colchón de nubes, mientras recibe la bendición del Padre y del Hijo. El Espíritu Santo, en forma de paloma, emite rayos luminosos que completan la escena trinitaria, enmarcada por un resplandor naranja. Alrededor, ángeles y querubines contemplan con alegría la escena, como si asistieran a una representación celestial.

La obra, firmada Joana Baptista faciebar, está inspirada en un grabado de la célebre serie sobre la vida de santa Teresa realizada por Adriaen Collaert y Cornelis Galle en 1613. Pero Sor Joana no se limita a copiar: interpreta, estiliza, incorpora su propia sensibilidad. Lo que vemos es un arte delicado, íntimo, hecho de detalles minuciosos y toques de pan de oro trazados con la finura de un cabello.

Pintora monástica, Sor Joana —cuyo nombre secular era Jerónima de Meneses— profesó en el convento de San Juan Bautista de Estremoz. Su biografía apenas se conoce, pero su arte ha comenzado a recuperar el lugar que merece, gracias a estudios como los del Dr. Vítor Serrão. Esta obra teresiana pertenece hoy a una colección privada madrileña.

El texto que inspira la escena se encuentra en la Relación IX de santa Teresa. Tras comulgar en la fiesta de san Agustín, la Santa experimenta una iluminación intelectual súbita sobre la Trinidad:

“[…] entendí como estaban las Tres Personas de la Santísima Trinidad, que yo traigo en mi alma esculpidas, son una misma cosa. Por una pintura tan extraña se me dio a entender y por una luz tan clara, que ha hecho bien diferente operación que tenerlo por fe. […] Queda una ganancia en el alma, con pasar en un punto, sin comparación mayor que con muchos años de meditación, y sin saber entender cómo” (Relaciones, IX).

Teresa no “ve” en sentido físico: lo suyo es una comprensión infusa, inmediata y transformante. El alma, limitada por el cuerpo, ansía salir de ese “embarazo” para gozar plenamente del misterio contemplado. Esta experiencia no se da al margen de la fe, sino que la reconfigura interiormente con una fuerza superior.

Como recuerda Benedicto XVI en una catequesis del 3 de febrero de 2011:

“Teresa de Jesús es verdadera maestra de vida cristiana para los fieles de todo tiempo. Nos enseña a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción, a sentir realmente esta sed de Dios que existe en nuestro corazón”.

Esa sed es la que plasma también su poesía. El célebre poema Muero porque no muero no es un lamento, sino un cántico trinitario: el alma que vive “fuera de sí”, porque “vive en el Señor”, expresa una tensión amorosa que solo se resuelve en la unión definitiva. El mismo anhelo que embellece los óleos de Sor Joana late también en los versos de la Santa:

Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera
No se goza estando viva.
Muerte, no seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.”

Que este día de la Trinidad nos devuelva, con Teresa, el deseo de “ver a Dios, de buscarlo, de tener una conversación con Él y de ser sus amigos”.

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