Jean Thierry Ebogo, el niño que quería ser Jesús, nació el 4 de febrero de 1982 en Bamenda, Camerún. De carácter sociable, alegre, lleno de humor, conquistaba la amistad de los compañeros; inteligente y siempre el primero de la clase, ayuda a quienes les cuestan más los estudios; brillante componiendo pequeños poemas y en animar las fiestas. El año 2003 ingresa en el Carmelo Teresiano, para ser religioso y sacerdote, encontrando en esta familia religiosa su lugar en la Iglesia.
Se dona con interés en la animación de los movimientos de Acción Católica, que le son confiados en la parroquia de San Joaquín y Santa Ana, dirigida por los padres Carmelitas Descalzos de Nkoabang, haciendo reflorecer el grupo de jóvenes y el grupo litúrgico. El 29 de junio 2004 es admitido al Noviciado y destinado a ir con otros dos compañeros a Burkina Faso. Pero alguna semana después, un tumor se manifiesta improvisadamente en la rodilla derecha impidiendo la partida para el Noviciado. Empiezan las curas y su camino doloroso de hospital en hospital. En el hospital de Yaunde el 18 de noviembre sufre la amputación de la pierna derecha, como escribirá en una de sus bellas poesías, acepta con alegría contribuir con su sacrificio al nacimiento de nuevas vocaciones religiosas y sacerdotales para el Carmelo y toda la Iglesia. Consuela al P. Giorgio Peruzzotti, prior de la casa de formación y su guía espiritual, afirmando que “en fin de cuentas el Señor le pide sólo el don de una pierna que ya no sirve”.
Es de poco tiempo anterior la escritura de un pequeño, bonito poema en el cual Jean Thierry dialoga con la Sabiduría y la escoge como novia. El escrito se concluye con estas palabras que Jean Thierry pone en la boca de la Sabiduría, identificada con el Verbo de Dios, y que nos dan la medida alta de su ofrecimiento total a la voluntad del Padre. “Sólo mi Padre hace todo, y todo lo hace bien. Tú no necesitas penetrar en sus pensamientos: sé como el niño en los brazos de su madre. Él no se preocupa de nada, va donde su madre lo lleva, se ocupa de tomar su leche en el momento establecido y no pide si sobra para mañana”. Esto sucede poco antes de su salida para Italia, con su madre y su padre (La Misión de Camerún, fundada en 1984, forma parte de la Provincia Lombarda de los Carmelitas Descalzos).
En agosto de 2005 el Padre Provincial, P. Gabriel Mattavelli, que durante años había sido el responsable de la formación religiosa de las primeras vocaciones carmelitas locales, volviendo a Italia después de una visita a los conventos y monasterios africanos, lleva consigo a Jean Thierry, para que inicie en el convento de Concesa (Mi) su noviciado canónico y al mismo tiempo pueda tener mayor atención y asistencia competente médica, después de haberle sido aplicada una prótesis en la pierna derecha. Los primeros análisis hechos en el hospital de Milán revelan inmediatamente la gravedad de la situación: le repite el osteoma osteoblástico, progresivo con metástasis difusa. Se intenta, con una hospitalización de dos meses en el hospital de Candiodolo (TO) de arrancarle esta joven vida a la muerte, pero el tratamiento específico no da el resultado esperado. Llevado de nuevo al hospital de Legnano (MI) se le ayuda a través de una terapia del dolor a afrontar la última etapa de su vía dolorosa.
El 8 de diciembre de 2005, obtenida la dispensa de la S. Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, con el consenso del P. General de la Orden, Jean Thierry tendrá la alegría, presente su madre Marie Thérèse, de emitir su Profesión Solemne en el Carmelo Teresiano. El acta de la Profesión Religiosa es firmada por él: “fr. Jean Thierry Ebogo del Niño Jesús y de la Pasión”. Los misterios de la infancia y de la Pasión del Verbo encarnado han señalado la breve vida de este joven camerunés que ha consagrado su juventud a Cristo.
La habitación del hospital se ha transformado en templo, en místico Carmelo. Centenares de personas, sobre todo de jóvenes, de sacerdotes y religiosos, enfermos, amigos, son atraídos por la serenidad y la alegría de este enfermo que esconde a todos sus sufrimientos y que se preocupa siempre y sólo de los demás. El niño que quería la túnica blanca para convertirse en Jesús, ahora, revestido con la blanca capa del Carmelo, se entrega en oblación al Amor y a la voluntad del Padre “por la Provincia religiosa, por las vocaciones, religiosas y sacerdotales particularmente al Carmelo, por la santificación de los sacerdotes”. En el corazón un último deseo, varias veces manifestado al P. Giorgio. “Quisiera curarme sólo para ser sacerdote. Me llevaríais a la iglesia en la silla de ruedas y yo me quedaría todo el día para hacer compañía a Jesús y para administrar el sacramento del perdón. Por la tarde, vendríais a recogerme…”.El 5 de enero de 2006 fray Jean Thierry del Niño Jesús y de la Pasión, carmelita descalzo entra en el cielo. Tenía 24 años.
Alguna hora antes había recibido el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía que se había celebrado en su habitación del hospital. Un último sacrificio se le había pedido algún día antes: el regreso de su madre Marie Thérèse, cuyo permiso de residencia no prorrogable había caducado el 26 de diciembre de 2005. Había asistido a la Profesión religiosa y al sacramento de la unción de los enfermos del su hijo, unida a él en el ofrecimiento y en la adhesión de fe a la voluntad de Dios. “Se haga la voluntad de Dios”: es la respuesta de fray Jean Thierry a quien le visita en los últimos días, al P. Giorgio y a los hermanos en el Carmelo africano que le hablan por teléfono.
Sus últimas palabras las dice a una querida amiga, que él llama “mamá Ana”, alguna hora antes de entrar en coma, señalando la imagen de Jesús Misericordioso sobre la pared de enfrente: “Que bueno es Jesús”. Vestido con el hábito del Carmelo, la capa blanca que envuelve su cuerpo como una caricia de paz después de haber sufrido tanto trae a la memoria la visión del Apocalipsis: “Estos son los que, envueltos en blancas vestiduras, vienen de la gran tribulación y han lavado sus vestiduras convirtiéndolas en blancas con la sangre del cordero” (Cfr. 7, 14). Las bodas con la Sabiduría se habían consumado. Identificado con Jesús, y Jesús crucificado, ahora Jean Thierry podía iniciar su misión sobre la tierra. “Yo no haré como Teresa del Niño Jesús que ha prometido una lluvia de rosas desde el cielo, no, yo desde mi cielo haré llover un diluvio de vocaciones”.
Su funeral en Legnano (MI) el 11 de enero de 2006 ha visto a sus hermanos carmelitas y una inmensa muchedumbre de amigos reunirse en torno a él, pero sobre todo en su tierra del Camerún ha sido señalado por la alegría y el triunfo. A la llegada al aeropuerto de Yaundé una gran muchedumbre de familiares y de amigos lo han acogido y llevado triunfalmente, mientras después por dos días, centenares y centenares de personas lo han acompañado de la parroquia de Nkoabang al convento estudiantado de Nkolbisson (Yaundé).
Ahora su cuerpo en espera de la resurrección reposa en el huerto del convento estudiantado “Edith Stein” di Nkolbisson. Su tumba, siempre con flores e iluminada con velas, ve reunirse la comunidad carmelita cada sábado por la tarde para recitar el Santo Rosario y el canto de la Salve Regina. Son numerosos los grupos de amigos y otros que van a la tumba, sobre todo jóvenes, atraídos del testimonio de vida y de fe. Fr. Jean Thierry del Niño Jesús y de la Pasión se revela siempre más un don de Dios para el Carmelo y para la Iglesia de África y, ¿por qué no?, según su inmenso deseo, para la Iglesia entera y para todo el mundo.